Fundador de los Dominicos (Orden de Predicadores). Recibió de la Virgen el Santo Rosario.
Fue contemporáneo de San Francisco.
Fiesta: 8 de agosto.
Nació en Caleruega (Burgos) a finales de 1171. Su padre, Félix de Guzmán, era noble acompañante
del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza, de quien Domingo recibió sus primeras enseñanzas.
Cuando tenía seis años fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su educación literaria.
A los catorce años fue enviado al Estudio General de Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de España, en el
que estudiaban artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología. El joven Domingo se entregó de lleno
al estudio de la teología.
Una gran hambruna sobrevino a toda aquella región de Palencia. El corazón de Domingo no comprendía
cómo a él no le faltaba nada y estaba rodeado de valiosos códices y libros, mientras otros carecían de lo indispensable para
vivir. Pronto fue entregando todo su ajuar a los pobres.
En los oídos de Domingo martilleaban las palabras del maestro: “Un mandamiento nuevo
os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado.” Un día llegó a su presencia una mujer llorando amargamente
y diciendo: «Mi hermano ha caído prisionero de los moros». A Domingo no le queda ya nada que dar sino a sí mismo, por lo que
decide venderse como esclavo para rescatar al desgraciado por el cual se le rogaba. Este acto de Domingo conmovió a Palencia;
el Obispo de Osma, don Martín Bazán, que andaba buscando hombres notables para el Cabildo, rogó a Domingo aceptara en su catedral
una canonjía. Tenía Domingo 24 años cuando aceptó la canonjía. Poco después, al cumplir la edad canónica de veinticinco años,
fue ordenado sacerdote.
El Rey Alfonso VIII había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la misión de dirigirse a Dinamarca
a pedir la mano de una dama de la nobleza para su hijo Fernando.
El Obispo acepta y como compañero de viaje lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes,
Renania e Inglaterra, Domingo quedo profundamente dolorido al ver que había grandes herejías. Los cátaros, los valdenses o
pobres de Lyón, y otras herejías, procedentes del maniqueísmo oriental, lo llenaban todo e incluso tenían Obispos propios.
Negaban todos los dogmas católicos, la unicidad de Dios, la Redención por la Cruz de Cristo, los Sacramentos, etc.
En respuesta a todo esto, en 1207, empieza una nueva etapa de la vida de Domingo. Con algunos compañeros,
entre ellos el propio Obispo de Osma, se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas que diariamente mendigaba,
renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin
más ropa que la puesta, comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes incultas que arrastraban las herejías, determinó
que su Orden fuera de predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio.
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